18 abril 2010

Esbozos y pinceladas (II)

Entras a la habitación
con tu lápiz en la mano,
ves a alguien desnudo
y tú, tú dices, “¿quién es ese hombre?”
Intentas entenderlo
pero no lo consigues;
esto es precisamente lo que dirás
cuando llegues a casa.
Porque algo está ocurriendo aquí,
pero no sabes lo que es...
De nuevo el Bob, "la balada del hombre de lata", la versión de I'm not there

(eso de escribir los domingos tiene sus cosas, me releo el lunes y necesito aclarar: no estoy disculpando o minimizando como pobrecito corruptito a esos hijos de proxeneta, sólo señalo que no son los únicos corruptos, pero extrañamente son los únicos que nos muestran, ¿será parte de la práctica de señalar para un lado para ocultar el otro?, no sé...)

Los domingos, después de la lectura del diario, la verdad que mueven demasiado la neurona.
Uno de los temas que más abundan, junto con "la inseguridad" (de los que tienen autos, pero no de las tantas mujeres que reciben palizas a diario, o de los tantos tipos que viven bajo el peso de "en cualquier momento te dejo sin trabajo, si llego a ganar menos de lo que quiero ganar") es el de la corrupción.
Dele que dele todos con el tema de corrupción.
Que "este es corrupto", o que "aquel es corrupto", o que "todos son igualmente corruptos" y nos hace sentir bien, ya que nosotros sí que somos firmemente e insobornablemente incorruptibles.
Pero me ataca una duda:
¿O más bien no se deberá a somos tan poquita cosa como para ser sujetos de corrupción?
Interesante porque esto esconde otra cosa que, llamativamente nunca se enuncia: los corruptores.

Una definición
Y, ya que estamos nunca queda en claro qué es ser corrupto...
¿Nunca les llamó la atención, que sea una palabra tan fuerte de la que no conocemos definición?
El diccionario tendría que ayudar, la Real Academia dice: "1. f. Acción y efecto de corromper." y también: "4. f. Der. En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores."
Da tela para cortar, ya que en la definición ya queda evidente que están los corruptos, los tipos que usan sus funciones y medios en provecho, económico o de otra índole, pero también están los que la provocan.
Y tanto desde las organizaciones, especialmente públicas, pero casualmente, no sé porqué, el especialmente queda presentado como únicamente.
Tenemos mucha prensa sobre los corruptos, sujetos de corrupción, pero poca y nada sobre los otros, los corruptores. Parecería que en este uso, los corruptos aparecieran por generación espontánea, ellos solitos se corrompen.
Recuerdo una nota del diario de hace muchos años, también en domingo, que le hacen un reportaje a un jefe de un cartel de narcotráfico.
Le preguntan que qué pasa si encuentran, en algún país donde introducen su "producto", un juez que no se deja corromper. El capo dice algo así como "le ofrecemos un millón de dólares, si no acepta, seguimos ofreciendo hasta el límite de nuestro presupuesto en sobornos. Si no acepta, lo amenazamos a él con matarlo, o mejor todavía, lo amenazamos con matar a algún familiar, la esposa o los hijos... y si igual no acepta, nos sale más barato matarlo."
Así que, el juez incorruptible que se niega a ser corrompido, ve que o bien acepta el soborno o que le vuelan la cabeza, o peor, toman a su familia como rehén, e igual le van a volar la cabeza.
Después, si aceptó en esas condiciones corromperse, en algún momento también queda entrampado por la sola posibilidad que se conozca su situación.
Cuando se conoce el caso, todos nosotros, incorruptibles por intrascendencia, clamamos por el fin de la corrupción, y nos convencemos, ¿o nos convencen? de que todos los jueces están bajo sospecha.
Pero del corruptor, nada, nadie dice nada, no existe, es una sombra, mejor aún, un fantasma que no existe.
Tan fantasma de nuestra indignación como cuando nos para un agente de tránsito por haber violado alguna norma de tránsito y antes que nada le decimos "¿no hay forma de arreglar esto?" con unos billetes como sugerencia. El corrupto es el agente, nosotros como corruptores no existimos (ojo, insisto: que también el agente nos puede inventar una falta y así, de primera dispararnos con "lo podemos arreglar").

El fantasma de Lord Ashton
Pero, además, no todas las formas de corrupción pasan por el dinero, otra cosa que nunca se dice, que, de nuevo llamativamente, no aparece en ningún lado.
Otro fantasma.
Está la conocida frase de Lord Ashton "el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente".
Pero no hay menciones al corrompido por el ejercicio del poder, o del poder absoluto.
Sólo hay dinero que va al bolsillo del corrupto. Y ese dinero es nada más que para tirar manteca al techo.
Y nunca se dice nada, se hace fantasma, que para el corrupto por ejercicio de poder, el dinero es más poder, no es ni lujo ni despilfarro en tonterías para apabullar a nosotros, la gilada. Ese dinero es para lograr más poder. Cada tanto, como soportamos durante una década, nos aparece algún pavito que reafirma con su tontería, que sólo existen corruptos de dinero y figuración, no de poder.
Pero el corrupto de poder, y el corruptor por poder, no aparecen, no se mencionan, ¿tampoco existen o nada más no figuran?
Deben ser otro fantasma más.

La duda de la conspiración
¿Tendría que sospechar que los que insisten tanto con el tema de la corrupción, que señalan únicamente al ejemplar más vulnerable de la cadena de corrupción, el funcionario público, es porque son corruptores, son los que ejercen la presión sobre la víctima para que se corrompa, que corrompidos por su ejercicio del poder, sea este "público" o "privado", desean más poder, y aprovechan dinero, rehenes, amenazas, para incrementar tanto sus dineros como sus poderes?
Claro, suena una tontería esto de que el ejemplar más vulnerable en la cadena de corrupción es el funcionario público.
Pero él, ese funcionario, es quién, en algún momento, y en tanto no entremos en las elecciones eternas sin límites, (terrible forma de afianzar la corrupción del poder), tendrá que irse, no podrá seguir ejerciendo ese lugar de "beneficiario" de las corrupciones.
Pero, el corruptor privado y el corruptor de poder, incrementan los instrumentos de corrupción, se ocultan detrás del tan mentado "funcionario corrupto" al que usan y abusan como chivo emisario.
Y nadie, desde ningún lado, puede echarlos.
Son dueños de grandes propiedades que, por obra y gracia de que la propiedad es más sagrada que la vida, nadie reelige o no elige en ninguna elección.
...el poder absoluto...